Escuelas que preservan la vida natural

Escuelas que preservan la vida natural

Aunque cada vez hay más escuelas verdes en el mundo, es urgente que se multipliquen. Escuelas que sean sostenibles desde su diseño y construcción, pero también desde su pedagogía.

Por Juanita Rico
Foto: Kurt Hoerbst

Aunque cada vez hay más escuelas verdes en el mundo, es urgente que se multipliquen. Escuelas que sean sostenibles desde su diseño y construcción, pero también desde su pedagogía.

La inestabilidad económica y social de los últimos años, la turbulencia política del mundo, los retos ambientales, las pandemias y la pobreza extrema son pruebas de que las fórmulas tradicionales de abordar problemas no son suficientes para encontrar soluciones. Nunca antes, la tarea de encontrar una nueva manera de pensar y de educar había sido tan urgente como lo es ahora.

De esa necesidad surge la ‘agenda del cambio’, propuesta por John Elkington, uno de los padres del concepto actual de sostenibilidad. Para él, el mundo necesita “una estructura profunda que tenga como base la agenda del cambio” y con esto se refiere a convertir la pasión en acción y la ansiedad en “optimismo radical”.

Parte integral de esa agenda es la educación y, como explica Elkington, entenderla de forma integral es clave. Para lograrlo, es necesario que las escuelas, desde su origen, sean sostenibles en su construcción, diseño y pedagogía.

La idea de escuelas sostenibles o verdes, sin embargo, no es reciente. Conocer la naturaleza, el entorno, aprender a cuidar de la tierra y del agua son saberes ancestrales que se les enseña desde muy pequeños a los niños de las comunidades indígenas que habitan la Amazonía, el Cauca, La Guajira, Nariño y la Sierra Nevada de Santa Marta, donde habitan la mayoría de los 87 pueblos indígenas de Colombia.

 

«La relación armónica que tenemos con la naturaleza se transmite de generación en generación»

Viviana Pai Pai, indígena awá del pacífico nariñense, explica que para ellos el katsa su, que significa territorio o casa grande, es donde conviven en equilibrio todos los seres: plantas, animales o semillas. “La relación armónica que tenemos con la naturaleza se transmite de generación en generación mediante la comunicación oral, a través de las sabidurías del origen”, explica.

El Centro de Entrenamiento Desi (Dipshikha Electrical Skill Improvement) tiene dos salones de clase, dos oficinas y dos residencias para instructores. Por Anna Heringer, Bangladesh.

Bajo esas premisas de cuidado y armonía con el entorno se diseñan las escuelas indígenas que tienen como fin enseñar a los niños un ejercicio de protección, de defensa de la vida y del territorio, de la cultura, las costumbres y la alimentación.

A 10.951 kilómetros de Colombia, en Johannesburgo, Sudáfrica, se formuló durante la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS), en 2002, el concepto –y la necesidad– de las escuelas verdes o green schools, como son conocidas en el mundo. El foco de atención recayó en los niños y en su capacidad de aprender hábitos e ideas que les permitan trabajar por el medio ambiente, la sociedad y la economía en el futuro.

 

Principios de sostenibilidad ambiental en las escuelas

Las escuelas verdes se pueden entender como escuelas guiadas por los principios de la sostenibilidad ambiental. Su objetivo es sensibilizar a los profesores y a los alumnos sobre la necesidad e importancia de cuidar el planeta por medio de ambientes, construcciones y actividades que ponen al planeta, los derechos humanos y la cultura en el centro.

Ezio Manzini, sociólogo y diseñador italiano reconocido por su trabajo en diseño para la innovación social y sostenibilidad, profesor en múltiples universidades y creador de Design for Social Innovation Towards Sustainability, Desis, tiene claro que los espacios deben ser pensados como parte fundamental del aprendizaje: “Las escuelas deben ser espacios vivos, como lo es la naturaleza. Quienes las diseñan y los profesores que van a enseñar en ellas deben entender el diseño y la arquitectura de una manera diferente, en la que cumplen un rol que va más allá de ser simples estructuras”.

Bajo esa premisa de ‘espacios vivos’ se han creado las escuelas sostenibles integrales. Están diseñadas de tal manera que el agua, la luz, la tierra, las plantas y el espacio, en general, cumplan un rol y no sean malgastados.

 

Escuelas que preservan la vida natural

Este tipo de espacios, que incluyen aulas externas e internas, paneles solares, espacios de huerta y compostaje, salones con iluminación natural y materiales sostenibles, entre otras características, les permiten a los estudiantes consolidar y aplicar los conocimientos sobre los procesos, interrelaciones y problemas ambientales, adquirir una serie de aptitudes para la vida y desarrollar valores acordes con las necesidades del planeta.

Es una educación holística es decir que adopta un enfoque integral de la enseñanza en el que los educadores tratan de abordar las necesidades emocionales, sociales, éticas y académicas de los alumnos en un formato de aprendizaje integrado que garantiza una experiencia de aprendizaje que prepara a los alumnos para conducir el mundo hacia un futuro más sano, limpio y sostenible.

Los tres pilares de una escuela verde son reducción del impacto ambiental, incremento de la salud y el bienestar y aumento de los conocimientos medioambientales y de sostenibilidad, según el Leadership in Energy and Environmental Design (LEED, por sus siglas en inglés), un sistema que entrega certificaciones a edificios sostenibles creado por el Consejo de la Construcción Verde en Estados Unidos.

 

El programa mundial de escuelas sostenibles

Esos tres pilares también fueron adoptados por las Eco Schools, el mayor programa mundial de escuelas sostenibles, creado en 1992 por la Fundación Europea de Educación Ambiental (FEE) y lanzado al mundo en 1994. A 2022 había más de 59.000 escuelas que buscan ser o que ya son escuelas verdes.

En América Latina las escuelas verdes ganan cada vez más terreno. Tagma, una asociación civil dedicada a desarrollar proyectos innovadores con base en dos ejes: educación y sostenibilidad, ya ha diseñado cuatro.

“Nuestras escuelas se distinguen porque están pensadas ciento por ciento desde los principios de la sustentabilidad. Al ser edificios en sintonía con su entorno, se vuelven centrales en sus comunidades y brindan un sentido de identidad. Educativamente buscamos que sean usadas como herramientas pedagógicas”, dice Martín Espósito, director y coordinador de Tagma.

Cada escuela sostenible tiene el mismo objetivo: crear espacios y currículos que eduquen a niños y jóvenes conectados con la realidad, con los retos del planeta y con un desarrollo diferente, donde lo ambiental, lo social y lo económico están ligados.

 

Cuatro Escuelas Verdes en América Latina

La Escuela Sustentable en Jaureguiberry, en Uruguay, fue la primera escuela sostenible creada por Tagma en América Latina. El edificio fue diseñado con el método earthship, con el cual se busca aprovechar al máximo la energía del sol, del agua, del viento y de la tierra. Fue construida con 10 toneladas de materiales reciclados que, junto con materiales tradicionales y naturales, permitieron crear un edificio de 300 metros cuadrados totalmente autosuficiente que tiene costo cero en calefacción, refrigeración, consumo de energía eléctrica y agua. Sus características sostenibles, además, están pensadas para promover la conciencia ambiental en sus estudiantes.

 

Escuela de mar chiquita

Buenos Aires, Argentina

La escuela de Mar Chiquita, en Buenos Aires, es la primera institución pública sostenible en Argentina y la segunda en América Latina. Cuenta con cerca de 80 estudiantes que aprenden sobre la importancia del medio ambiente y su conservación, el uso racional de los recursos planetarios y el rol de la sostenibilidad en las relaciones humanas.
Con 315 metros cuadrados construidos, el edificio se levantó en 45 días con cerca de 25 toneladas de materiales reciclados latas, cubiertas de autos, botellas y cartón y tradicionales.

 

Escuela básica lo zárate

Valparaíso, Chile

Al igual que sus hermanas en otros países de la región, la primera escuela sustentable de Chile fue hecha a partir de neumáticos, botellas de vidrio, cartón y latas. Tiene energía fotovoltaica y es completamente autosuficiente. Sus profesores, que se prepararon para crear curriculums que fomenten la educación ambiental, promueven en sus aulas un cambio de cultura en el que los niños aprenden la importancia de la conservación ambiental y la sostenibilidad social y económica.
Su construcción duró un mes y medio, pero no pudo ser abierta al público en ese momento debido a la pandemia del covid-19. En 2021, recibió a sus primeros estudiantes, que aprenden sobre conceptos como regeneración y triple impacto.

 

Escuela el rincón

San Jerónimo, Antioquia, Colombia

Ubicada en San Jerónimo, Antioquia, la escuela sustentable El Rincón es la primera completamente sostenible en el país. Fue construida para ser totalmente autosuficiente en agua, saneamiento y calefacción. Sus espacios fueron hechos con un 40 por ciento de material reciclado –al igual que otras escuelas de Tagma y con materiales y técnicas locales, como el uso de la guadua para el mobiliario.
El diseño fue resultado de un proceso participativo en el que se decidió crear un Aula Taller de Experimentación con forma de media esfera, como los domos de los glampings y que siguen los patrones de la naturaleza. Allí se producen alimentos y se plantan especies nativas. La escuela desarrolló dos sistemas: uno de captación de agua lluvia, que es recogida para ser tratada y después consumida o usada en labores de limpieza y cocina, y otro de carácter fotovoltaico, que produce energía limpia y cuyo excedente se inyecta a la red del municipio.
En El Rincón los estudiantes aprenden sobre compostaje, desarrollo sostenible y biodiversidad a través del funcionamiento del edificio que les muestra en vivo cómo sucede cada proceso.

En otras latitudes: Escuela meti

Rudrapur, Bangladesh

En Rudrapur, Bangladesh, la reputada arquitecta alemana Anna Heringer, conocida por realizar construcciones sostenibles con principios bioclimáticos, construyó la Escuela METI (Instituto de Educación y Formación Moderna), donde los niños pueden desarrollar sus habilidades e intereses gracias a un currículo que no solo enseña materias tradicionales como lenguaje, matemáticas y ciencias, sino que incluye materias especializadas como debate, trabajo en grupo y meditación. Allí, los profesores tienen en cuenta los ritmos de aprendizaje de cada estudiante para lograr una formación basada en la enseñanza libre y sin presión.

La escuela consta de dos pisos. El de arriba tiene paredes de bambú que dejan pasar la luz y ver la selva, y un techo cubierto de saris, los vestidos tradicionales que usan las mujeres bangladesíes. En el piso de abajo hay un espacio cóncavo, similar a una cueva, donde los niños pueden sentarse o dormir y aprender sobre su cuerpo y mente en estados de concentración. Los materiales que usó Heringer para construir fueron principalmente barro, paja y bambú, todos materiales tradicionales que se usan en la construcción de las casas de las aldeas en Bangladesh.

 

Cis nordhavn

Copenhague, Dinamarca

Ubicado en la Escuela Internacional de Copenhague y diseñado por C.F. Møller Architect, este edificio nació con una vocación de diálogo con su entorno. Su diseño vincula las instalaciones escolares con el espacio urbano que las rodea, ya que tiene aulas que se abren o se cierran según el clima. Su fachada está compuesta por 12.000 paneles solares, lo que la hace una de las plantas de energía solar más grandes de Dinamarca. Para poder construir una fachada fotovoltaica atractiva, los arquitectos de Møller buscaron paneles con color; escogieron el azul aguamarina tornasolado. Los paneles solares forman parte del plan de estudios; los estudiantes los analizan para entender la producción de energía y utilizar esos datos en sus clases de matemáticas y física.

 

Escuela verde

Bali, Indonesia

Esta escuela, construida en bambú y basada en energía renovable, fue conceptualizada y construida por el diseñador de joyas canadiense John Hardy. Su objetivo es reducir la huella de carbono en el medioambiente. Para lograrlo, cuentan con plantaciones de vegetales orgánicos, cocinas que funcionan con biogás, proyectos de compostaje y energía generada por un remolino eléctrico y por paneles solares. El currículo de esta escuela, que tiene como base pedagógica la educación holística, incluye temas ambientales, sociales y de desarrollo sostenible.

 

Escuela verde

Oakura, Nueva Zelanda

Construida por Boon Architects, la Escuela Verde de Nueva Zelanda, ubicada en Oakura, región de Taranaki, se diseñó exclusivamente con materiales orgánicos, con el fin de que su funcionamiento fuera sostenible y le proporcionará a los estudiantes un refugio en medio de la naturaleza donde pudieran aprender. Todas sus aulas tienen paneles solares y paredes curvas que buscan reflejar las formas naturales. Su pedagogía se basa en la de las escuelas verdes en el mundo, que buscan educar para la sostenibilidad. Nueva Zelanda además tiene un programa estatal llamado ‘Educación para la sostenibilidad’, que tiene como objetivo enseñarles a los niños valores y habilidades que les permitan, en un futuro, tomar decisiones que ayuden a la preservación del planeta.