En el corazón

En el corazón Amarilo

Es justamente ahí, en el centro de todo, donde la constructora Amarilo pone a sus clientes, Así nos lo contaron todos.

Por Angie Barbosa

Es justamente ahí, en el centro de todo, donde la constructora Amarilo pone a sus clientes. Así nos lo contaron todos los entrevistados que participaron en este artículo. A través de sus palabras y su experiencia queda claro que la compañía les ofrece a sus compradores un espacio para soñar, crecer, pasear, descubrir, conocer, respetar y aliarse con el vecino, cuidar al medio ambiente; y ser felices.

EL DESAFÍO siempre ha sido grande. En un país donde el 31 por ciento de los hogares enfrenta un déficit habitacional y una familia puede tardar hasta 30 años pagando su casa o apartamento, la labor de ofrecer una vivienda, más que necesaria, se convierte en el primer paso para cambiar el futuro de sus posibles habitantes. De eso es muy consciente todo el equipo de Amarilo, cada uno de sus colaboradores sabe que los proyectos que crean están ahí para transformar la realidad de sus clientes.

“Siempre pensamos en ellos. Por eso ponemos a las personas en el corazón mismo de la compañía. No buscamos, tan solo, que nos compren; queremos que se sientan felices con la elección que han hecho. Ese es uno de nuestros grandes compromisos, y uno de nuestros diferenciales”, dice Andrés Orozco, vicepresidente comercial de Amarilo. Y su sincera estrategia ha dado frutos; en el último año, la empresa que representa fue la que ganó mayor participación en el sector: 18 por ciento; y creció un 15 por ciento más que en 2021.

Los buenos resultados, como lo explica Daniel Galvis, gerente de Desarrollo de Negocios de la constructora, además de obedecer a la cuidadosa observación del mercado, se debe a que están dispuestos a escuchar de boca de sus posibles compradores cuáles son sus necesidades básicas.

Oyendo sus historias y atendiendo a la escasez de casas y apartamentos que afrontan los colombianos, la compañía ha forjado un amplio portafolio de viviendas de interés social (VIS). “El país necesita que se siga fortaleciendo esta oferta; hoy, de cada 10 nuevos espacios que se construyen, al menos siete son VIS”, recuerda Galvis.

 

Vivir mejor y en armonía

Hay otra palabra clave en los proyectos que ofrece Amarilo, y es el concepto de “bienestar” que, como bien explica el gerente de construcción, Jaime Álvarez, “es un elemento transversal que guía todos nuestros desarrollos, desde el momento en que se escoge el lote hasta la entrega del inmueble. Nos gusta ponernos en los zapatos de los compradores”.

El anhelado bienestar está soportado en cuatro ideas básicas. La primera, que la ubicación del proyecto sea adecuada y estratégica; la segunda, que los espacios cuenten con las proporciones requeridas y el área suficiente para que las familias puedan habitarlos en armonía; la tercera, que haya lugares de esparcimiento, recreación, amplias zonas verdes que permitan dar paseos y sacar a las mascotas, juegos infantiles y opciones para el coworking (entre otras facilidades); la cuarta, que el barrio o la localidad cuente con colegios, hospitales, centros comerciales y fáciles vías de acceso para que cada núcleo familiar pueda crecer en paz.

Como lo recuerda la vicepresidenta de talento humano y comunidades de la compañía, Andrea Arizala Escamilla, “com- prar una vivienda es una inversión para celebrar, pero la verdadera satisfacción se asegura cuando esta se halla en el entorno indicado, cuando los residentes tienen cerca de su casa todos los medios necesarios para establecerse, sentirse cómodos y seguir soñando. Eso es bienestar”.

Un bienestar que también está unido a la sana convivencia, al ejercicio de vivir en paz con el otro. Andrés Orozco destaca que Amarilo ha sido una de las pioneras en Latinoamérica en asesorar a los residentes de sus desarrollos para mejorar sus vínculos con los vecinos.

Hace 20 años, la empresa creó el Plan de Acompañamiento Social, un programa basado en las buenas prácticas que se han popularizado en países como Estados Unidos, y que les brinda herramientas a los clientes de sus proyectos para cohabitar bajo el respeto y la solidaridad. “No somos un grupo que se conforma con poner ladrillos y construir. No abandonamos a los compradores de nuestras viviendas y, para ayudarlos en su crecimiento personal los apoyamos en la mejoría de su vida en comunidad”, afirma Arizala.

El Plan de Acompañamiento Social (PAS) orienta en esta tarea a todos los que adquirieron sus casas con Amarilo. La iniciativa ha dado resultados positivos y hasta ahora han surgido ocho colectivos destinados a mejorar la convivencia entre vecinos.

Pero la constructora, además, promueve la creación de líderes comunitarios a través de los programas ofrecidos por sus aliados, la Fundación Origen y la Corporación Responder. Esta formación en liderazgo permite que los involucrados “reconozcan qué problemas hay en su localidad y puedan, con su gestión, ayudar a solucionarlos”, dice Claudia Lucía Fonseca, directora de Comu- nidades, quien añade que la filosofía de estas capacitaciones se resume en el eslogan: “El residente como vecino, el residente como ciudadano y el residente como líder”.

Al final, el trabajo de las agrupaciones sociales fortalece los lazos entre los vecinos, con encuentros comunitarios, recreativos y actividades ambientales como la siembra de árboles y de huertas caseras. Una de las acciones más celebradas por ellas se llevó a cabo en el proyecto Ciudad Verde, allí se recuperaron espacios urbanos donde se ejercían distintas violencias contra las mujeres.

 

Compensación ambiental

En la década reciente, dejando muy claro su compromiso con el planeta, con nuestro país y las familias que habitan sus proyectos, Amarilo ha multiplicado sus esfuerzos para la preservación del medio ambiente. “Lo hemos hecho integrando los ecosistemas naturales a las obras que realizamos, aplicando el concepto de ecología urbana y, para dar ejemplo, comenzamos por nuestra propia casa”, dice Margarita Llorente, vicepresidenta Jurídica, Corporativa y de Sostenibilidad.

La “casa” a la que se refiere es el edificio administrativo de Amarilo, que al igual que el Centro Empresarial Pontevedra y el Centro Comercial Fontanar, construidos por la compañía, cuenta con certificación LEED (Leadership in Energy & Environmental Design), un reconocimiento a sus cualidades sostenibles.

En 2016, la constructora generó su primer informe de sostenibilidad, un mecanismo comparativo que, en palabras de Llorente, les permite orientar con certeza sus políticas y estrategias sustentables. Hace dos años, con base en la información obtenida, la constructora proyectó su primera medición de huella de carbono, un indicador muy valioso para trazar un futuro con menos efectos medioambientales.

Y, como se trata de actuar y seguir dando ejemplo, Amarilo, recientemente, llevó a cabo una compensación ambiental notable, de la mano de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico. A través de un convenio, la compañía hizo la compra de un ecosistema estratégico y vulnerable, como son los bosques secos tropicales, y realizó un ejercicio de recuperación y siembra de árboles con los mismos propietarios de sus proyectos de vivienda. Este ecosistema fue entregado posteriormente a título de la CAR, como compensación ambiental. Y este es solo el inicio. “Seguiremos innovando en esta materia, ese es nuestro compromiso”, enfatiza Llorente.