El cambio es Amarilo

El cambio es Amarilo

En octubre de 2004, nace la marca Amarilo. Con su nombre, se crearía su nuevo y recordado logo cuadrado y comenzarían sus años dorados. Te contamos cómo sucedió.

En octubre de 2004, nace la marca Amarilo. Con su nombre, se crearía su nuevo y recordado logo cuadrado y comenzarían sus años dorados. Te contamos cómo sucedió.

La historia de Amarilo comenzó en 1993 con otro nombre y un proyecto de vivienda de interés prioritario en Ciudad Tunal. En sus inicios la compañía se llamaba Inmobiliaria Mazuera y su objeto era la comercialización de desarrollos habitacionales. Había sido constituida por Roberto Moreno, conocedor del sector de la construcción y la finca raíz; los hermanos Enrique y Alberto Mazuera Arango, sobrinos del conocido constructor y exalcalde de Bogotá Fernando Mazuera; y el arquitecto Luis Charria Villegas.

En febrero de aquel año la inmobiliaria puso en el mercado su primera oferta de vivienda, los apartamentos de Tunal Reservado, construidos en alianza con firmas de reconocida trayectoria en el sector. La empresa tenía sólidos cimientos y en pocos años comenzó a consolidarse. Emprendería sus nuevos proyectos, en distintas zonas de Bogotá, siguiendo un modelo de trabajo muy similar al empleado en su primera aventura. Bajo esa estrategia se harían realidad Parque Villa Javier, en San Cristóbal; la Esquina del Parque, en Timiza; Tunal I y II, entre otros.

A pesar del éxito, el rumbo de la compañía cambiaría tres años después de su fundación con la partida de los hermanos Mazuera. La inmobiliaria se fusionará con CM Proyectos, empresa liderada por Camilo Congote Hernández, quien estructuraba y generaba proyectos de vivienda. Esta unión fue muy poderosa y fortaleció la empresa.

Un color brillante

En 2004, con la expansión de la compañía, sus directivos buscaban un cambio en su estrategia corporativa. Era evidente que el nombre con que nació la empresa, Inmobiliaria Mazuera, ya no los representaba. “Debíamos dar un salto decidido y bien orientado para diferenciarnos en un sector tan competitivo. Y todas las condiciones estaban dadas para que lo hiciéramos en ese año; podíamos establecer una nueva marca y empezar de cero”, explica Roberto Moreno, presidente de Amarilo.

La creación del nuevo concepto estuvo a cargo del caleño Juan Gallo fundador de la galería Alcuadrado, fallecido en 2009– y su firma The Image Bridge, que propusieron tres estrategias: 1) abreviar el nombre y utilizar solo iniciales o letras, como lo hicieron entidades bancarias como BBVA y HSBC; 2) decantarse por uno que describiera el objeto de la empresa; 3) unirse a la creciente tendencia mundial de los nombres abstractos y fáciles de recordar como Apple o Virgin, por ejemplo. El camino elegido fue el tercero.

Gallo les propuso a sus clientes que se apropiaran del color amarillo. Su brillo les daría una ventaja visual en la publicidad exterior, que es tan relevante en el sector de la construcción. Además, esta tonalidad simbolizaba el sol, despertaba alegría y era protagónica en la bandera de Colombia.

La empresa fue bautizada entonces como Amarilo. Listo el primer paso. Faltaba el siguiente: la creación de un logo que transmitiera las cualidades únicas de la constructora.

“La imagen, y en eso estábamos todos de acuerdo, tenía que ser suficientemente clara y atractiva para reflejar la esencia de la marca, pero no debía, de ninguna manera, competir con el nombre de los proyectos. Así llegamos a ese reconocido cuadrado amarillo, formado por dos escuadras que se unen y crean un espacio, que en su sencillez representa la esencia de Amarilo, una compañía experta en la creación de espacios para la gente”, asegura Moreno.

El creador de la marca Amarilo propuso que se apropiaran del color amarillo. Su brillo les daría una ventaja visual en la publicidad exterior, tan relevante en el rubro de la construcción.

Pensar en grande

La constructora tenía entonces una nueva y bella fachada (un nombre renovado, un logo de fácil recordación), pero sus directivos sabían que detrás de ella estaba lo más importante, por eso construyeron una férrea oferta de valor centrada en sus clientes, basada en valores tan importantes como la honestidad, el respeto y la credibilidad. Una serie de cualidades por las que Amarilo es destacada como una de las empresas con mejor reputación en el país, y reconocida como una de las líderes de la construcción en Colombia.

La historia que inició en Ciudad Tunal a principios de los noventa tuvo otro de sus grandes hitos en 2011, cuando la empresa comenzó a materializar su idea de crear una ‘ciudad dentro de la ciudad’ en Soacha con el proyecto Ciudad Verde. Desde aquel momento ha desarrollado otros 11 grandes proyectos a gran escala en Barranquilla, Villavicencio, Ibagué y Cartagena. También ha construido importantes centros comerciales, como Hayuelos, Altavista (Usme), Fontanar (Chía) y Arkadia (Medellín), estos dos últimos operados por su socio estratégico Cimento.

Todos estos avances se dieron después del nuevo aire que tomó la compañía en medio de su expansión, en 2004. “No hay duda de que el cambio de nombre nos dio un nuevo impulso, nos hizo afrontar nuevos retos y nos forzó a hacer las cosas de manera diferente. Desde ese momento no paramos de pensar en grande y de trabajar para la construcción de un mejor país; uno que cuente con comunidades fortalecidas y auto- sostenibles”, concluye Moreno