Fotos: Clara Moreno Ch. Pocos saben que Claudia Hakim, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) divide su tiempo entre la gestión cultural y la escultura con metal. Descubrimos el espacio donde se desconecta del mundo desde hace más de 20 años y se sienta a dar puntadas con tuercas y tornillos. No
Fotos: Clara Moreno Ch.
Pocos saben que Claudia Hakim, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) divide su tiempo entre la gestión cultural y la escultura con metal. Descubrimos el espacio donde se desconecta del mundo desde hace más de 20 años y se sienta a dar puntadas con tuercas y tornillos.
No hay un lugar en blanco. Las paredes están pobladas de objetos metálicos que cambian de posición a medida que son requeridos, del techo cuelgan piezas de metalmecánica recicladas de obras de arte del pasado o de materiales sin experimentar y en las enormes mesas de trabajo existe un universo: pequeños tornillos, cauchos, resortes, equipos de soldadura…
Es el taller de escultura de Claudia Hakim, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá. “Vengo los lunes en la mañana y, solo con estar, me lleno de energía”, asegura.
A esta bodega, en la zona industrial de Las Américas, en Bogotá, llegó hace 23 años y fue aquí donde descubrió su fascinación por la escultura con metal. “Estudié diseño textil en Los Andes y siempre amé la fibra, que es maleable, te da posibilidades de tornear, de teñirla… Más adelante, empecé a escarbar en montañas de óxido y metal y me di cuenta de que podía tejer este material ensamblando piezas o trabajando con malla perforada, que para mí es una tela. Con una tuerca y un tornillo puedo hacer una puntada”.
Por su trabajo en el MAMBO, desde 2016 no participa en exposiciones ni ofrece sus obras, pero su investigación artística continúa y ha decidido explorar el arte funcional. “Las mallas eran como una piel, y esa piel, aparte de sentirse a veces como una espiral, también me dio unas superficies semicurvas con las que podía darle funcionalidad a la pieza. Hacerle una tapa metálica y volverla una mesa, por ejemplo”.
Usando resortes muy pequeños, reciclados de embragues de carros, Claudia Hakim hizo una gran mesa y construyó otra con tornillos colgantes: “A esa la llamo ‘La mesa melena’, porque parece pelo colgando”.
